domingo, junio 17, 2007

De niña a...




Desde mi hora más tierna no he sido como otros fueron y no he visto lo que otros vieron, no me he divertido como los otros y sin embargo he disfrutado de pequeñas cosas que otros no eran capaces de ver pero mi desconsuelo me ha acompañado todos los días. Mi corazón ha logrado vibrar alguna vez al mismo tono y siempre he deseado amarlo todo, pero nunca sola. Así, me revelo como una niña de corazón cálido y de pies fríos, de infancia perpetua y juguetes compartidos.

Las niñas de faldas por las rodillas coletas despeinadas y piruletas con bocas rojas cuando garabateaban con tizas de colores sobre las paredes del salón querían ser astrónomas, submarinistas o dejar su vida para ayudar a los más necesitados. Acercar las estrellas al mundo y devolverlas al cielo ordenadas, sumergirse más allá de la fosa abisal de turno para bailar con medusas y tiburones, con promesas y más ilusiones.

Las niñas curiosas creían que todo da igual, que las faldas cortas y los pelos largos no importan más que el maquillaje, las heridas o las lágrimas de cocodrilo, que las matemáticas, las decepciones o un corazón hecho añicos. Las niñas que dejan de serlo no quieren mirar atrás, porque al hacerlo se dan cuenta de que ya no son libres, de que el mundo las ha clasificado y encorsetado; embotelladas, conservadas y edulcoradas, recubiertas de una fina capa de arsénico y azúcar, o en su versión más leve, de nicotina y sacarina, aderezado con un poquito de insatisfacción vital.

Una niña que no quiere dejar de serlo, que no desea hacer uso de una sincera, cercana y humillante primera persona desde la que confesar virtudes y pecados, desde la que construir una idealizada descripción de sucesos y celebraciones, de pensamientos y sensaciones. Porque soy pequeña y audaz, tremendamente impertinente y, aún si cabe, más que tierna cuando desea algo más. Tan solo tengo proyectos, guiados por principios, cimentados sobre personas e ideas... Tan solo tengo mis sueños, sueños de niña eterna, proyectos de mujer deshecha, en proyecto, en construcción perpetua.

Quiero volver a ser una misionera en el lugar más necesitado del mundo pero menos habitado por esta deshumanizada sociedad. No quiero dejar de hablar con dos estrellas, ni de olvidarme de las palabras que abren sonrisas y cierran párpados de sal. Quiero ser quien siempre he sido pero escalar cada día un poquito más, porque las niñas crecen, las niñas olvidan. No es complejo de Peter Pan, es tan solo saber dónde guardaré la llave al País de las Maravillas, en qué hueco del alma guardaré Nunca Jamás.

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